Se dio durante los años 1936 a 1939, el encono de la lucha de principios entre derecha e izquierda, origino violencia y ambos bando recurrieron al atentado político.
El de mayor repercusión fue el asesinato cometido contra el dirigente conservador Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936 y este hecho desencadeno el conflicto armado el 18 de julio de 1936.
La lucha entre ambos bandos se transformó en una cruenta guerra civil, con un movimiento de revolución obrerista y España quedo dividida en dos zonas: la nacional o conservadora y la roja o republicana.
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Las grandes potencias europeas se vieron en cierto modo, implicadas en la lucha que, además de guerra civil española, dada la coyuntura internacional, fue el prólogo de una guerra ideológica y de la contienda civil europea de los años 1939 a 1945. Los países extranjeros ayudaron más o menos a sus bandos afines: Alemania e Italia a los “nacionales” y Rusia, Francia o Inglaterra a los “republicanos”. Los beligerantes pusieron a prueba en España nuevas armas y métodos tácticos, que serían aplicados luego en el curso de la segunda guerra mundial; así Italia y Alemania en 1936 enviaron aviones militares y consejeros técnicos y en cuanto a Rusia, prestaba parejos servicios a los republicanos.
Las atrocidades cometidas no fueron patrimonio de unos ni de otros sino secuela de una brutal exaltación, característica de las guerras civiles, exacerbada por el temperamento de un pueblo.
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Ante estos sucesos Francia e Inglaterra, países conservadores, se hallaban ofuscados por el temor a la implantación de un régimen comunista en España, y además para evitar que aquella guerra civil degenerase en un conflicto europeo proclamaron una política de “no intervención”, procurando que los demás estados los secundaran. Alemania, Italia y Portugal aparentemente se adhirieron, porque geográficamente les convenía, pero posteriormente se pudo calcular en 1937 que luchaban en el campo español unos 700 alemanes y 1400 italianos.
El frente de guerra civil permaneció inestable durante ALGÚN tiempo; en otoño de 1936 las fuerzas nacionales amenazaron la capital, pero fueron contenidas, estabilizándose un frente de trincheras que se mantuvo toda la guerra.
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En 1937, la lucha reviste en general un carácter de tanteo por ambos bandos y a lo largo de todos los sectores. En 1938 se llevó a cabo la operación Aragón Mediterráneo entre marzo y julio de ese año, y fue llevada a cabo por los nacionales que constituyo una carrera de mar y significo la salida y domino del Mediterráneo, de julio a diciembre de 1938 se entablo la batalla del Ebro, campaña de desgaste, que fue decisiva y acarreo la caída de Cataluña en mes y medio, es decir entre diciembre de 1938 a febrero de 1939 y decidido el resultado de la guerra.
El 5 de marzo de 1939, un grupo de políticos se sublevaron en Madrid y en nombre del “anticomunismo” intentaba pactar con los ya victoriosos fuerzas nacionales, a expensas de aquel título y de prisión de todos los comunistas de la zona republicana.
La lucha duro en Madrid cerca de ocho días y el 29 de marzo de 1939 las tropas nacionales entraban en Madrid.
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El 1 de abril de 1939 terminaba la guerra civil con la derrota de los republicanos, después de 33 meses de sangrientas luchas, en las que se perdió aproximadamente un millón de españoles y casi otro millón tuvo que refugiarse en el extranjero.
Esta guerra significó el total triunfo de las armas del general Francisco Franco Bahamonde, quien durante la contienda, había sido nombrado jefe del estado español y generalísimo de las fuerzas de tierra, mar y aire.
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